Víctor Gómez

El camino a la libertad es poseer fuentes de ingresos

Categoría: Serendipia

  • 🚫 No hables con otros pasajeros: la extraña política de ALSA

    Esto me dice ALSA en el email con el billete para mi próximo viaje a Gijón:

    «No hables con otros pasajeros.»

    ¿Cómo hemos llegado a este punto de aislamiento e individualidad? 🤔

    Cuando viajas a países como:

    • India 🇮🇳 (colorida)
    • México 🇲🇽 (divertida)
    • Tanzania 🇹🇿 (salvaje)

    Lo que más aprecias del transporte público es charlar con otros viajeros, compartir experiencias y risas.

    Y aquí, en nuestro propio país, ALSA nos dice que mejor no hables con nadie.

    ¿Desde cuándo viajar es sinónimo de soledad y distancia social?

    ¿Tú qué opinas? ¿Por qué crees que ALSA vuelve a maltratar al cliente? 😤

  • Subvenciones: ¿Ayuda o un lastre para la productividad?


    Si todos sabemos que las subvenciones no funcionan, ¿por qué seguimos aplaudiendo con las orejas las nuevas remesas? 🤷‍♂️

    No funcionan por varios motivos:

    • Crean una realidad ficticia que se termina de un día para otro cuando la subvención finaliza.
    • La calidad del trabajo subvencionado es pésima porque, total, no cuesta nada.
    • Las subvenciones hay que financiarlas de alguna manera, así que subirán otros impuestos que pagamos todos.
    • Las subvenciones solo las reciben algunos.

    No sé, a mí no me salen las cuentas.
    Prefiero mil veces más una reducción de impuestos, que afecta a todos, que dopar sectores productivos con esteroides con nocivos efectos secundarios.

    Llámame iluso, pero creo que es mejor potenciar la productividad de las empresas con menores lastres fiscales, que con pequeñas tiritas que no aportan gran cosa al resultado final.

    Al final, el que mejor sabe cómo administrar sus recursos es la propia empresa, y las subvenciones solo desvirtúan qué recursos tiene.

    Por ilustrarlo:
    Una empresa que paga 12.5% de impuestos de sociedades en Irlanda va a ser más 12.5% eficiente que una en España, que paga el 25%.

    ¿Hay subvenciones que reduzcan esa brecha? No.

    Tú, ¿qué opinas sobre las subvenciones?
    ¿Deben aumentar o habría que quitarlas?

  • ¿Sellos de calidad o sentido común? El caso de La Fageda


    ¿Cómo sabes si una empresa miente o dice la verdad sobre lo que vende? 🤔

    Fácil. Algunos expertos dicen que hay que buscar los sellos de calidad.
    Cosas como B Corp, Green World, Happy Universe o cualquier otra parida que se le haya ocurrido a una consultora con suelos de moqueta y grandes rascacielos.


    Pero la gente normal no necesita sellos

    Las personas humanas que apreciamos un buen alimento por nuestro paladar, olfato o disfrutón tacto, no necesitamos etiquetas.
    Solo necesitamos que el producto sea bueno. 🧀✨

    Y, curiosidades de la vida, cuando un producto es bueno, vas buscando detalles y todo va en consonancia, como en una buena película de espías donde todo encaja al final.


    ¿Qué tienen en común esos productos?

    • Producción sostenible
    • Ingredientes de proximidad y máxima calidad
    • Empleo a personas con más dificultades
    • Comunicación sincera, honesta

    En definitiva, hacen todo como creen que tienen que hacerlo.

    Sin falta de sellos rimbombantes.
    Sin envoltorios estridentes.
    Sin publicidades millonarias.


    Buena producción, buen producto, buen resultado

    Así son los productos de La Fageda (cómo me encanta disfrutarlos cada vez que vengo a Cataluña). 🥄🇪🇸

    Lo más curioso es que todo lo demuestran con un paso muy sencillo:
    👉 Son una fundación, no una empresa.

    Ahí queda todo dicho.
    Sin falta de sellos.


    ¿Y tú?

    ¿Qué otros negocios conoces que hacen lo que dicen y son lo que hacen?
    Déjamelo en los comentarios 👇

  • ¿Nos quieren pobres? Reflexiones sobre el nuevo impuesto a los salarios altos en España

    ¿Un nuevo impuesto a quién?

    Nos quieren pobres.
    Esta es la única conclusión a la que llego tras leer que en España va a haber un nuevo impuesto para los que tienen un salario superior a 56.000€. 💸


    ¿Quiénes son realmente los afectados?

    En el gobierno deben estar pensando que esta gente es rica, y por tanto hay que ponerles más impuestos.
    Un 1% en 2025 que irá aumentando 0,5% por año hasta el 6%.

    Los que ganan este salario, y superiores, no son el reponedor del supermercado ni el profesor del colegio.
    Son personal altamente cualificado y pequeños cargos directivos que, en la mayoría de ocasiones, tienen opciones para irse a otros países a trabajar.
    O incluso crear su negocio en otro país.


    ¿Impuestos y solidaridad?

    ¿En serio creen que poniendo más impuestos aumenta la solidaridad?
    Yo creo, en mi inmensa ignorancia, que el objetivo debería ser que 56.000€ fuera considerado un sueldo normal, en la media, no algo excepcional solo al alcance de los ricos. 🧠


    Tu opinión cuenta

    Llámame loco.
    ¿Qué opinas de este nuevo impuesto?
    ¿Creará más riqueza o la destruirá?

  • ¿Se puede vender sin hablar? Reflexiones desde el arte de ligar

    Estoy leyendo el que dicen es el mejor libro de ligar en español. Muy divertido y entretenido, aunque hay una cosa que no me acabo de creer.

    Dice que para tener un encuentro íntimo con una chica tienes que hablar con ella entre 5 y 10 horas.

    Una conversación profunda, nutritiva, como nunca has hecho en tu vida.

    ¿En serio?

    Me parece que ahí sobran unas cuantas horas, porque ese encuentro íntimo se puede tener incluso sin hablar.

    Dicen los gurús que el vender y el ligar son lo mismo, así que si se puede ligar incluso sin hablar,
    ¿se puede vender sin hablar? 🤫
    ¿Se puede vender sin tener decenas de conversaciones profundas con el cliente?
    ¿Se puede vender sin hacer la actuación de tu vida en tu ocasión?

    Me encantaría saber cómo vendes en tu negocio, y si lo has conseguido sin tener que hablar.

  • El arte de inventarte tu trabajo

    Durante toda nuestra vida hemos aprendido y superado pruebas en busca de esa empresa que nos contrate para hacer lo que sabemos, «nuestro trabajo».

    Pero, ¿qué pasa si no queremos tener jefe?

    En ese caso, amigo mío, la cosa cambia bastante, y es que pasamos de ser un trabajador al que le mandan hacer cosas a cambio de una nómina, a ser un profesional independiente que se tiene que inventar su trabajo y buscar clientes.

    ¿Cómo es eso de inventarse el trabajo?

    Sencillamente es vender algo por lo que te paguen.

    Ya sea arreglar un grifo, diseñar un logotipo, escribir un texto, asesorar a una empresa, impartir una formación, hacer promoción de un producto, vender algo que has comprado barato más caro, o incluso fabricar tus propios productos y venderlos.

    Cuando te inventas tu trabajo ya no estás a expensas de un jefe que te dice qué hacer, si no que estás a expensas de decenas, cientos de clientes, los verdaderos jefes, que no te van a decir qué quieren porque muchas veces ni ellos mismos lo saben, solo van a apoyar lo que les ofreces comprándote o ignorándote.

    Y aquí las cosas son mucho más duras que como asalariado. Y también mucho más gratificantes.

    Una auténtica montaña rusa en la que tendrás que encargarte de muchas más cosas que en un trabajo convencional, empezando por los impuestos, el papeleo y toda la estructura empresarial que necesites, da igual que seas un autónomo o una startup en plena expansión.

    Tendrás tus propias reglas, trabajarás como más te guste y, si consigues más éxitos que derrotas, el trabajo que te has inventado será tu sustento.

    ¿Cómo empezar a inventarte tu trabajo?

    Lo primero es saber qué se te da bien, qué eres capaz de hacer a un nivel equiparable a los profesionales, incluso sin que te paguen. Algunos lo confunden con la pasión, pero es más bien saber qué habilidades, tanto duras (conocimientos objetivos, experto en) como blandas (habilidades interpersonales y de mentalidad) tienes.

    Para ello lo mejor es echar la vista atrás y ver qué has hecho tanto en tu tiempo libre como en el tiempo de trabajo.

    ¿Dibujas muy bien? ¿Te gusta comentar las partidas de un videojuego? ¿Lo tuyo es programar? ¿Te interesa el cómo funcionan los aparatos?

    Haz un buen ejercicio de introspección, y empezarás a encontrar tus habilidades duras y blandas.

    Con ellas haz una lista y empieza a pensar a quién le puede interesar lo que sabes hacer.

    Si programas webs, busca a quien necesite una web. Si diseñas logotipos, busca a quien necesite logotipos. Si comentas partidos, busca quien necesite un comentador de partidos.

    Es importante tener en cuenta que, aunque haya cosas que siempre se han hecho físicamente, muchas también se podrían hacer online, aunque aún no se hayan hecho.

    Esta fase de experimentación se llama «búsqueda del cliente ideal».

    Aquí estas probando, experimentando opciones para saber quién podría pagar por lo que le puedes ofrecer.

    Una vez conseguidos los primeros clientes en un tiempo prudencial, es el momento de dar el paso y empezar a pensar en la estructura empresarial. Primero como autónomo/freelance, después como S.L. (Sociedad Limitada), y quizás algún día como S.A. (Sociedad Anónima), según hasta donde quieras crecer.

    Cada uno de estos pasos puede parecer fácil en el papel, pero ya te voy avisando que sobrevivir 3 años como autónomo es todo un logro, ni te cuento dar el salto a S.L. y llegar a los 5 años de vida.

    Para que tengas un punto de referencia, el 80% de las S.L. no llegan a los 5 años de vida. Es un paso muy difícil, donde hay que tocar muchos palos más allá del campo de experiencia, por eso muchos profesionales prefieren quedarse como autónomos/freelance y ser una empresa de uno, una opción cada vez más apetecible, sobre todo con las posibilidades de automatizar procesos que existen y el delegar tareas a otros profesionales.

    Inventarte tu trabajo es un proceso apasionante, donde aprenderás mucho más allá de lo que nunca te imaginaste, y aunque no sea algo para todos los públicos, es una experiencia única que te permitirá crecer como profesional.

  • Oda al webmaster que fui

    Hace no tanto tiempo, digamos que menos de 20 años, quien creaba una web era un webmaster, una figura mítica a la altura del unicornio o del minotauro.

    El webmaster era capaz de programar, diseñar, crear contenido, hacer el logotipo, comprar el dominio, mejorar el posicionamiento en buscadores e, incluso, optimizar la web para Internet Explorer 6, el enviado del diablo para volvernos locos.

    Una auténtica navaja suiza de internet, capaz de estas y otras hazañas. Y cuando no sabía algo, lo aprendía.

    A base de prueba y error, de aprendizaje que dirían ahora, el webmaster lograba crear webs maravillosas, o auténticos esperpentos llenos de gifs que poblaban Geocities.

    Lo más curioso del webmaster es que era una sola persona capaz de hacerlo todo.

    Yo era de esos.

    Me pasé mi adolescencia haciendo webs. Incluso alguna horrible en flash.

    Después, llegaron las plataformas de publicación de blogs, como blogger y wordpress, y apareció la figura del blogger.

    Ahora ya no hacía falta saber programar, diseñar, ni optimizar la web, dándote de alta en blogger o invitando a unas cañas a tu amigo webmaster, tenías tu propio wordpress listo para publicar tu contenido.

    Tu único objetivo era crear contenido, por lo que lógicamente ibas a ser mejor que la mayoría de webmasters, y aunque tu web no fuera tan buena técnicamente, tenías más tiempo para una única tarea.

    Pero la cosa no terminó aquí.

    Empezaron a aparecer nuevas webs, plataformas 2.0 que llamarían los gurús, que permitían hacer de todo. Redes sociales, utilidades online, comunidades digitales, foros. De todo.

    Con tanto trabajo el webmaster polifacético empezó a especializarse. Algunos le daban más al diseño, otros más a la programación, otros más a los servidores.

    Esta especialización técnica es totalmente normal cuando un proyecto empieza a crecer, pues necesitas gente que haga el trabajo mucho más rápido y mejor.

    Y la fiesta dio comienzo.

    Pasado el 2010, internet se empezó a convertir en la nueva realidad de muchas personas. Las mayores empresas del mundo eran principalmente tecnológicas, y surgieron multitud de profesiones derivadas de aquel sufrido webmaster.

    Copywritters, social media managers, gestores de publicidad, programadores backend, programadores frontend, diseñadores, creadores de branding, expertos en growth, en funnels, en ventas, en captación, y muchos más.

    Cada uno experto en su minimundo del conocimiento, mucho más profesionales que el vetusto webmaster, pero también mucho más alejados de la idea original del proyecto. Solo tenían ojos para su pequeño campo de especialización.

    Entre tantos especialistas y expertos en su nicho, echo mucho en falta la figura de aquel webmaster, la persona que tiene suficientes conocimientos de las diferentes necesidades de un proyecto digital como para liarse la manta a la cabeza y lanzarlo por sí solo, antes de necesitar a más personas para hacerlo crecer.

    Haciendo un símil con el mundo empresarial, y salvando las enormes distancias, el webmaster sería el actual CEO junto con el CTO (encargado de tecnología), el CMO (el de marketing), y el resto de niveles C.

    Quizás por eso ya no veamos webmasters en internet, y sean todos CEOs de proyectos que ni siquiera son una S.L. ni tienen intención de serlo algún día.

    Por mi parte, me gusta mucho el concepto de webmaster, porque denota que hay alguien que es el encargado de toda la web, que es el maestro, el jefe, el que toma la última palabra, el que decide.

    Igual tenemos que dejarnos de tanta palabrería y de tanta micro especialización, y pensar más como un webmaster de los de antaño, que repartía sus 24 horas del día para aprender los principios de cada rama y ser capaz de aplicarlos en su proyecto.

    Creo que los gurús dirían ser más generalista, y no tan especialista.

    Yo fui un webmaster, creo que todavía sigo siéndolo, pues la mayoría de mis proyectos digitales los hago yo íntegramente, y creo que con un nivel bastante bueno para ser una única persona.

    Por mi parte, con seguir siendo un buen webmaster, estoy más que contento.

  • Si fuera presidente del gobierno me asesinarías

    Siempre me han gustado los juegos de estrategia. Desde el Caesar III hasta el Rollercoaster Tycoon o los Command & Conquer, aunque el Sim City nunca me llegó a hacer gracia.

    Por eso, cuando descubrí un juego que simulaba que eres presidente del gobierno, tuve que jugarlo. Se trata del Democracy 4.

    En este juego feo y sencillo se resume las leyes del país y sus interacciones de una forma magistral. Por ejemplo, tenemos conceptos como el PIB que se relaciona con multitud de parámetros y segmentos de población, y otros que apenas se relacionan con los automovilistas, o con los creyentes religiosos.

    Un juego fantástico

    La cosa es que empecé a jugar aplicando lo que me parecía más conveniente para mejorar la situación del país ficticio llamado España.

    Subí el impuesto del tabaco y del alcohol. Aumenté el gasto en enseñanza y en todo lo relacionado con emprender y empresas. Intenté bajar un poco el impuesto de la renta. E incluso me atreví a aumentar la libertad de prensa y tener una educación totalmente laica.

    Qué iluso.

    El país iba un poco mejor, llegando incluso a superávit en algunos trimestres, pero sin previo aviso, me asesinaron.

    Y no una ni dos veces.

    Si no hasta tres veces tuve que repetir la partida porque un grupo extremista me asesinaba.

    ¿Por qué?

    Por no hacer caso a un grupo de la población, los religiosos, con un 80% de representación.

    Y a esta gente le daba igual que el país fuera mejor económicamente, que vivieran más felices o que ganara la selección de fútbol.

    A ellos les molestaba que quitase la religión de las aulas y que apoyase al colectivo homosexual.

    Tanto les molestaba eso, que me asesinaron. Virtualmente, claro.

    Entonces, en mi cuarta partida, cambié la estrategia. Me centraría en la educación.

    Seguí tocando algo los impuestos, pero lo primero que hice fue reducir, poco a poco, la religión en el colegio. Tardo un tiempo en surtir efecto, pero iba viendo con alegría como cada vez había menos gente religiosa.

    El 76%.
    El 70%.
    El 50%.
    El 30%.
    El 10%.

    Y ahí, cuando eran pocos y no sé si cobardes, eliminé cualquier atisbo de religión.

    Y nadie me asesinó.

    Porque ya eran pocos para organizarse y no tenían poder político para llevarme la contraria.

    Esto me hizo pensar, ¿cuánto se parece el juego a la realidad?

    En la realidad, los partidos políticos se enfocan en grupos de población según su peso político (ya sabes que, en España, en las elecciones generales, no tiene el mismo peso un voto de Madrid que uno de Soria por la ley D’Hondt), algunos políticos criminalizan ciertas actividades económicas (no miro para los empresarios), o buscan crear cortinas de humo que distraigan a la opinión pública (tú y yo) de las leyes que crean.

    Democracy 4 es un simple videojuego, pero permite conocer de una forma visual y bastante entretenida (hay que ver cómo vicia) los entresijos de cómo funciona un país a gran nivel.

    Y como buen juego, es relativamente sencillo conseguir cualquier utopía que te propongas 😉